El Divino Niño ha nacido en una pobre gruta de Belén de las entrañas purísimas de la Virgen María.
Vino para encender en cada uno de nosotros la Luz de su Gracia, vino para que seamos buenos,
vino para dejarnos su enseñanza, su perdón y su paz.

En estos días de Navidad y Año Nuevo, los Heraldos del Evangelio, pedimos para Ud. y
su estimada Familia, que María haga nacer al Niño Dios en el pesebre de sus corazones y conceda
la verdadera paz a este mundo tan conturbadamente caótico y tan necesitado de misericordia.