Virgen Blanca de Toledo

La Pascua, en la que se conmemora la Resurrección de Cristo, también invita a los cristianos a orar en la alegría del Señor; y una de las oraciones más significativas en el tiempo es la antífona del ‘Regina Coeli’ o Reina del Cielo.

La oración mariana, que sustituye durante la Pascua al tradicional Ángelus, se reza al igual que éste tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer, como una manera de consagrar el día a Jesús por medio de su Madre Santísima. Mientras que el Ángelus se centra en el gran misterio de la Encarnación, la oración ofrecida a la Reina del Cielo está centrada en el sublime misterio de la Resurrección, por eso se reza desde las Completas del Sábado Santo hasta la hora nona del sábado posterior a Pentecostés, tal como está escrito en el Breviario Romano.

Sobre su origen, no se conoce su autor, pero ya se oraba desde el siglo XII, siendo meditada con frecuencia por la Orden de los Frailes Menores (OFM), quienes la acostumbraban rezar después del oficio de Completas desde la primera mitad del siglo XIII. Fue gracias a ellos que la oración mariana se hizo popular y se extendió entre los fieles cristianos. Tiempo después, en el año 1742, el Papa Benedicto XIV establece que la antífona se rece durante el tiempo Pascual, tal como se describe en el Directorio Sobre Piedad Popular que publicó la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en 2002: “Durante el tiempo Pascual, por disposición del Papa Benedicto XIV (20 de Abril de 1742), en lugar del Ángelus Domini se recita la célebre antífona Regina Coeli. Esta antífona, que se remonta probablemente al siglo X-XI, asocia de una manera feliz el misterio de la encarnación del Verbo (el Señor, a quien has merecido llevar) con el acontecimiento pascual (resucitó, según su palabra), mientras que la ‘invitación a la alegría’ (Alégrate) que la comunidad eclesial dirige a la Madre por la resurrección del Hijo, remite y depende de la ‘invitación a la alegría’ (‘Alégrate, llena de gracia’: Lc 1,28) que Gabriel dirigió a la humilde Sierva del Señor, llamada a ser la madre del Mesías salvador.”

Pese a la autoría desconocida, algunas tradiciones han atribuido la oración a San Gregorio Magno, pontífice desde el 590 al 604, de quien se dice que mientras caminaba descalzo una mañana durante una procesión en Roma escuchó los tres primeros versos cantado por los ángeles, a los cuales él le agregó la última línea.
Muchos años después el Papa San Juan XXIII comienza a recitar las oraciones marianas – tanto el ‘Regina Coeli’ como el Ángelus- públicamente cada domingo de fiesta. Desde entonces los pontífices, alrededor del mediodía del domingo, se asoman por la habitación papal a la Plaza de San Pedro para orar junto con los fieles, dirigir algunas palabras e impartir su bendición.

Regina Coeli

V: Reina del cielo, alégrate, aleluya.
R: Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.
V: Ha resucitado según su palabra, aleluya.
R: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
V: Goza y alégrate Virgen María, aleluya.
R: Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya.

Oremos:
Oh Dios, que por la resurrección de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Regina Coeli en latín

V: Regína caeli, laetáre; allelúia.
R: Quia quem meruísti portáre; allelúia.
V: Resurréxit sicut dixit; allelúia.
R: Ora pro nobis Deum; allelúia.
V. Gáude et laetáte, Virgo Maria; allelúia.
R: Quia surréxit Dóminus vere; allelúia.

Orémus:
Deus, qui per resurréctionem Fílii tui Dómini nostri Iesu Christi mundum laetificáre dignátus es, praesta quáesumus, ut per ejus Genetrícem Vírginem Maríam, perpétuae capiámus gáudia vitae. Per eúmdem Christum Dominum nostrum. Amen.

Fuente: Gaudium Press