Muchas personas quedan intrigadas al ver el hábito de los Heraldos del Evangelio: cadenas, botas, grandes rosarios e inclusive una gigantesca cruz. ¿Cuál es el significado de todos estos objetos? Es lo que el lector podrá encontrar en el siguiente artículo.

Así como el amor al prójimo sólo se demuestra mediante acciones exteriores, de la misma manera la fe debe ser manifestada por los actos (St 2, 14-18), y – por consecuencia – exteriorizarse. Bien conscientes de que Jesús exige de sus discípulos una posición unívoca (Mt 5, 37), contraria a las solas apariencias hipócritas de los fariseos (Mt 23, 27), pero que debe ser manifestada públicamente como medio de evangelización (Mt 5, 16), los Heraldos del Evangelio desearon modelar todos los aspectos de su vida al gran ideal al cual se han entregado.

Tal como explica la Exortación Apostólica Vita Cosacrata del Bto. Juan Pablo II: “Dentro de una época con frecuencia tan secularizada y sin embargo sensible al lenguaje de los signos, la Iglesia debe preocuparse de hacer visible su presencia en la vida cotidiana.” Y esta es la causa del uso del hábito. Además, “el hábito es señal de consagración”, y así podrá ayudar a “convertirse en un signo verdadero de Cristo en el mundo” (Vita Consacrata, 25). De esta forma inspirados, los Heraldos buscan exprimir su carisma a través del uso del hábito.

El Hábito

Los primeros miembros de esta familia religiosa – que posteriormente pasarían a llamarse heraldos – hacían parte de la Orden Tercera del Carmen, y por consecuencia, utilizaban una túnica marrón, cubierta por un escapulario del mismo color. Y es en honor a las raíces carmelitas de la institución, que perdura hasta hoy el uso del escapulario marrón en el hábito de los Heraldos.

Mons. Juan Scognamiglio Clá Dias, E.P. Fundador de los Heraldos del Evangelio, fue además quien ideó el hábito.

La túnica marrón, más austera y sobria, fue reservada con el tiempo para los clérigos (diáconos y padres), mientras que los laicos consagrados utilizan una túnica blanca. Los jóvenes, que comienzan su experiencia vocacional, utilizan el hábito de novicio: túnica y escapulario ocres. Al sector femenino corresponde una túnica de color dorada, cubierta por el escapulario marrón.

La rama femenina utiliza una túnica dorada, y escapulario con capucha quien ya realizó los votos perpetuos.

La capucha, utilizada por los clérigos y los laicos consagrados que han profesado los votos perpetuos, es un signo y una invitación a la vida contemplativa.

La cruz que los Heraldos portan es inspirada según el modelo de la Cruz de Santiago de Compostela: símbolo por excelencia del peregrino que busca la patria del Padre Celestial. Esta cruz ha sido ligeramente estilizada a fin de representar las flores que surgen de la cruz. Esto quiere decir que el dolor -evocado por la cruz y las puntas- soportados con esperanza cristiana, florará en alegría y dulzura. Esta cruz también ha sido modificada cuanto a los colores: mientras que el original es toda roja, la cruz de los heraldos es roja y blanca, dividida a su vez por un cordón dorado. El blanco representa la pureza de espíritu y de cuerpo, a imagen de la pureza de la Virgen de la Vírgenes, a quien se han consagrado. El rojo, el amor y el sacrificio llevado hasta el holocausto, a imagen de la Preciosísima Sangre vertida por el Cordero Inmolado. Y el dorado, la belleza y la excelencia del estado de santidad al cual todos los bautizados son llamados por el Cristo Salvador.

En el escapulario del hábito de los Heraldos la cruz parte desde el cuello hasta las rodillas, a fin de indicar que aquel que quiera seguir a Cristo debe saber portar la cruz en toda su largura, como afirma el Divino Maestro: “si alguno quiere venir después de mí, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Lc 9,23).

La cadena –ceñida a la cintura- simboliza la “verdadera devoción” a la Virgen, enseñada por San Luis María Grignon de Monfort y muy querida del Bto. Juan Pablo II. San Luis propone a María como ejemplo de sumisión a la voluntad de Dios: “He aquí la esclava del Señor” (Lc 1, 38). Imitándola, el autor invita a consagrarse como “esclavo de amor” a Jesús, por las manos de María, y a simbolizar esta devoción portando una cadena en la muñeca o en el cuello[1].

Medio eficacísimo de santificación, el Rosario es rezado en sus cuatro misterios, todos los días.

Si la oración, necesaria a todo momento (1Ts 5,17), es el medio infalible de obtener de Dios los beneficios deseados (Lc 11,9), el Rosario es la mejor garantía, porque inspirado por la mismísima Virgen en el siglo XII a Santo Domingo de Guzmán, ha demostrado en repetidas ocasiones su eficacia en la Historia. San Pio X lo consideraba como “la más bella y la más preciosa de todas las oraciones”, y Juan Pablo II la llamaba de “la más grande de las armas del católico”. Siguiendo el ejemplo de muchas Órdenes Religiosas, los Heraldos portan por consiguiente un gran Rosario a la cintura, que ellos rezan cuatro veces por día.

Jóvenes aspirantes lustrando las botas antes de una ceremonia.

El aspecto que atrae la mayor parte de las preguntas es, sin duda, el uso de las botas. Su razón de ser no corresponde ni a una necesidad ni a una práctica especial. Ellas son un símbolo, un mensaje, como el resto del uniforme en sí. Ellas representan el carácter misionario, que no sabrá conocer ni límites, ni distancias, ni obstáculos. Debajo de la lluvia, a través del barro, por caminos o atravesando los campos, los Heraldos tienen muy viva en sí la interpelación de San Pablo que les grita: “maldito sea si no anuncio el Evangelio” (1Cor 9, 16).

 

De esta forma, los Heraldos del Evangelio desean encontrar en su hábito un medio de evangelización que secunde su apostolado, y proclame en un lenguaje simbólico aquello por lo cual ellos se esfuerzan en ser y hacer. Sin embargo, el hábito es la prerrogativa de la vida comunitaria; a pesar de sus deseos, los jóvenes que comienzan a frecuentar no pueden comenzar a utilizarlo hasta que no se integren en la vida comunitaria (asimismo puede ser a la manera de una experiencia vocacional) y haber recibido el hábito dentro de la ceremonia de imposición correspondiente.

Diariamente los estudiantes se dirigen al comedor en cortejos con cantos religiosos. Academia de Formación “Nuestra Señora de la Transfiguración”, Thabor. San Pablo, Brasil


 1Cf. S. Grignon de Monfort, Luis María. Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen.